La destreza técnica es un elemento importante en las habilidades tanto de los directivos de las empresas como de los mandos intermedios, pero no es lo único relevante a la hora de conformar un perfil profesional completo. De hecho, en el ámbito del emprendimiento y la gestión empresarial se está desde hace unos años poniendo en valor y reivindicando el papel crucial de otras capacidades que durante mucho tiempo han sido olvidadas o puestas en un segundo plano.
Es el caso de la inteligencia emocional, actualmente considerada uno de los elementos clave en el devenir de cualquier organización y en la aportación de valor añadido.
Cada vez son más las empresas que se han dado cuenta de que la inteligencia emocional es uno de los pilares del éxito empresarial, pues se trata de la única vía efectiva para resolver ciertas situaciones y conflictos operativos, así como para mantener al equipo cohesionado y motivado. Es por ello por lo que hoy en día saber regular las emociones, propias y las del equipo, puede ser una competencia determinante a la hora de escoger entre dos o más candidatos en un proceso de selección de personal.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Llamamos inteligencia emocional a la capacidad que tienen las personas de reconocer sus emociones y las de las personas que les rodean, guiando su pensamiento y el de los demás para adaptarse mejor a diferentes situaciones en cualquier ámbito.
Aunque no sea quizás una habilidad social que destaque en los momentos corrientes del día a día de la empresa, cuando no existe ninguna presión o un mínimo margen de error, se trata de una capacidad imprescindible en situaciones difíciles y desafiantes. Es aquí donde el control emocional de un directivo competente sale a relucir.
Beneficios de la inteligencia emocional
Mejorar el rendimiento de uno mismo y del equipo
Si algo saben los directivos con experiencia es que de una mala decisión puede depender el futuro de toda una organización. Pero cuando una persona tiene la confianza y tranquilidad mental que dan saber que uno se encuentra en un entorno seguro en el que se pueden cometer errores y en el que no se está siendo juzgado, esta da lo mejor de sí misma.
Esta actitud se traduce en la calidad y eficiencia de su trabajo y, además, se contagia al resto de miembros del equipo, especialmente si esta mentalidad proviene del director del proyecto.
Promover un ambiente laboral más sano
Una correcta gestión emocional individual de todos los miembros de un equipo genera un ambiente laboral más sano y acogedor en el que la comunicación es clara y transparente. Un entorno en el que la llegada de un nuevo desafío no se percibe como algo que puede desmoronar la moral de los trabajadores, sino como un nuevo reto a resolver entre todos: sin competiciones y sin que el ego se entrometa en el camino de los objetivos comunes.
Beneficios físicos
Más allá de las ventajas que la inteligencia emocional pueda aportar a nivel humano en la empresa, gestionar correctamente nuestras emociones tiene un impacto directo e indudable en nuestro bienestar físico. Lo veremos reflejado en aspectos como la calidad de nuestro sueño y la naturaleza de nuestros hábitos cotidianos, tal como señaló el doctor Mario Alonso Puig en una conferencia impartida en Euncet Business School.
Beneficios psicológicos
Identificar y gestionar nuestros impulsos, así como ayudar a los demás a hacerlo, también puede ayudar a prevenir enfermedades relacionadas con la salud mental, como es el caso de la depresión o el estrés crónico.
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La comunicación, un factor decisivo
En mayor o menor medida, a todos nos afecta el estrés, y lo hace especialmente cuando nos encontramos en situaciones de presión en nuestro entorno laboral. Los conflictos y, en general, las nuevas encrucijadas en el trabajo nos generan ansiedad y nos bloquean a la hora de tomar decisiones. En estas situaciones, apoyarse en un buen equipo es la clave para la superación de adversidades. Esta cohesión no es posible si el líder de una compañía o de cualquier proyecto no tiene una inteligencia emocional desarrollada.
Por ese motivo, la comunicación es la principal víctima de una falta de inteligencia emocional: nos impide delegar tareas, nos dificulta hablar y expresar nuestras ideas en situaciones de nervios y, sobre todo, hace imposible que podamos transmitir a nuestro equipo una actitud motivadora e inspiradora.
En una situación ideal, el propio directivo ni siquiera debería ejecutar la mayoría de las decisiones, sino que debería ser su equipo de confianza el que, conociendo su visión, lleve a cabo una correcta ejecución de las tareas de cada departamento.
¿Cómo sé si soy un directivo inteligente emocionalmente?
La mayoría de las personas creen que son personas fuertes y que, a grandes rasgos, pueden resolver cualquier reto que se le plantees, pero la realidad puede ser bien diferente. Alguien con una buena inteligencia emocional debe ser realista, y la realidad es que no todas las personas están preparadas para convertirse en líderes en el ámbito emocional.
La gran pregunta es… ¿cómo podemos saber si tenemos el potencial de convertirnos en directivos emocionalmente inteligentes? La manera más rápida y eficaz de estar seguros de ello es pidiendo feedback a nuestros empleados o compañeros. No obstante, a veces la mejor opción para salir de dudas y crecer como profesionales es cursar una formación específica para desarrollar la inteligencia emocional y tener un contacto directo con expertos con amplia experiencia en este aspecto. ¡El Posgrado en Liderazgo Orgánico de Euncet Business School puede ser lo que estás buscando!
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