En el panorama empresarial actual, la búsqueda de líderes competentes es una prioridad creciente. Ante esta demanda en alza, una competencia directiva de vital importancia radica en la comprensión y aplicación efectiva de las estrategias de liderazgo. En este artículo exploraremos la interrelación entre ellas.
Técnicas de liderazgo y habilidades directivas
Las habilidades directivas se pueden categorizar en dos bloques: según su naturaleza y aplicación. Una manera de estructurarlas es la siguiente:
- Aspectos técnicos: estos comprenden la gestión del tiempo, la resolución de problemas, la toma de decisiones, el establecimiento de metas y la adaptabilidad al cambio.
- Habilidades personales: entre estas se encuentran la autoconfianza, el autoconocimiento, la delegación efectiva y la prudencia. Estas habilidades están relacionadas con nuestra personalidad y requieren un seguimiento continuo para ser desarrolladas con éxito.
- Habilidades interpersonales, o habilidades blandas: como líderes, es esencial interactuar con nuestro equipo de manera efectiva. Esto implica emplear habilidades de liderazgo, comunicación interpersonal e inteligencia emocional, así como entrenar la capacidad para negociar.
Dado que las habilidades interpersonales y la gestión de equipos son elementos cruciales en el ámbito de las habilidades directivas, vamos a analizar algunas de las estrategias de liderazgo más efectivas:
CONOCIMIENTO DEL EQUIPO
Cada individuo en nuestro equipo posee ambiciones, miedos y frustraciones. Es fundamental esforzarse por comprenderlos, explorar sus causas y observar cómo afectan al desempeño de los miembros de la plantilla.
IDENTIFICACIÓN Y DESARROLLO DEL TALENTO
Más allá de supervisar tareas, un líder también debe ser capaz de identificar y fomentar el talento dentro de su equipo, impulsando el crecimiento y la progresión de los individuos.
RECONOCIMIENTO DEL TRABAJO
Reconocer el trabajo bien hecho de los trabajadores y recompensarlo es crucial para mantener viva la motivación y el compromiso del equipo.
COMUNICACIÓN ASERTIVA
La comunicación efectiva es un factor esencial a la hora de que un proyecto alcance el éxito. En el ámbito interno e interpersonal dentro de una empresa, esto pasa por escuchar activamente a los demás, modular el tono de voz de una forma adecuada a la situación, ser respetuoso y transmitir las ideas con claridad.
CREAR RETOS Y SER UNA FUENTE DE INSPIRACIÓN
Fijar objetivos desafiantes y comprometerse activamente en su consecución motiva al equipo y establece al líder como un modelo a seguir. Además, es conveniente que sea precisamente el líder el que más se implique y se esfuerce por llegar a esos objetivos, ya que esta figura debe ser una fuente de inspiración para el resto de los miembros del equipo. Al final del viaje, ¡ambas partes se felicitarán por el trabajo realizado!
OFRECER HERRAMIENTAS
Ofrecer recursos y apoyo para abordar las carencias identificadas dentro del equipo es fundamental para su desarrollo y desempeño. Este punto está directamente relacionado con el de conocimiento del grupo, pues cada profesional de la empresa es ser un humano con unas inquietudes únicas y, por ese motivo, necesitará algo diferente en cada caso para dar la mejor versión de sí mismo. En este proceso entran en juego habilidades emocionales como la empatía, la asertividad y la paciencia.
La importancia de las habilidades directivas en un equipo de trabajo
En el entorno empresarial contemporáneo, la gestión efectiva de equipos implica un estilo de liderazgo auténtico y colaborativo. En contraposición con la visión tradicional de “jefe”, los líderes actuales deben inspirar confianza y compromiso en lugar de miedo o autoridad. En este sentido, las habilidades interpersonales son fundamentales para el éxito del líder y su equipo.
Demostrar paciencia es crucial para gestionar conflictos, orientar la actividad hacia la acción, identificar el talento dentro del equipo y mantener un clima laboral, ante todo, positivo.
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El trabajo en equipo: etapas y cómo afrontarlas
Los equipos tienden a pasar por una serie de etapas en su desarrollo, cada una de las cuales cuenta con una serie de desafíos y oportunidades únicas. Es esencial que los líderes comprendan estas etapas y apliquen las habilidades directivas adecuadas para cada fase del proceso:
- Inicio, creación del equipo:
Es la fase inicial y, por ello, no debemos esperar resultados óptimos. Es una etapa en la que se debe conocer a las personas y observar su forma de trabajar. Es un momento importante en el que fijar los objetivos comunes a alcanzar y en el que se debe dejar claro que todo el mundo forma parte del mismo barco. Se asignarán tareas en función del perfil de cada persona. - Aparición de conflictos:
Los primeros conflictos tienden a llegar cuando el equipo de trabajo ya está establecido. Estos suelen estar provocados por diferencias de opiniones y discusiones. Su resolución deberá ser equilibrada, intentando no favorecer a ningún miembro en concreto del equipo (lo que podría desembocar en la creación de pequeños subgrupos en la plantilla). - Estabilización:
Se trata de una fase más estable en la que los conflictos ya suelen estar superados. Es el momento idóneo para que el líder pueda detectar cualquier frustración o miedo por parte del equipo que ralentice el rumbo del proyecto. - Alto rendimiento
Un entorno sin conflictos es también un buen escenario para tratar de alcanzar un pico de rendimiento máximo, con el equipo motivado. Esto es posible mediante herramientas de gestión de tiempo y la capacidad de adaptación a cambios y contratiempos que puedan surgir. Si surgen problemas o inconvenientes, siempre se pueden utilizar para aprender algo de cara al futuro. - El agotamiento del equipo:
En ocasiones es inevitable que los miembros del equipo se desmotiven y pierdan la ilusión por el proyecto. Puede ser un momento delicado para el futuro de la organización, pero es trabajo del líder, revertir la situación y hacer ver a sus compañeros que su trabajo y cualidades individuales son esenciales para el devenir de los objetivos.
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