¿Sabías que existe una relación directa entre la filosofía de ciertas artes marciales y el ejercicio del liderazgo y el management en empresas? Son cada vez más los expertos que se fijan en estas disciplinas tradicionales para entrenar una capacidad de adaptación rápida y efectiva que no pierda la esencia ni se desvíe del centro de nuestra actividad. Es el caso de Alex Barange, docente de Euncet Business School y experto en los ámbitos de los recursos humanos, la consultoría empresarial y el coaching ejecutivo.
En este artículo de la mencionada escuela de negocios te hablaremos de cómo las enseñanzas del aikido, un arte marcial japonés basado en la defensa no violenta de uno o diversos rivales, se pueden aplicar al día a día de tu organización. De esta manera, podrás resolver los problemas que se presentan la cotidianidad operativa de tu compañía y, de paso, cuidar tu salud mental. ¿Estás listo?
La evolución del liderazgo
Si algo nos ha enseñado la historia es que los seres humanos somos seres relacionales. Esto implica que, para que nuestros proyectos (y, por ende, la sociedad en general) funcionen, siempre debe existir una interacción entre las personas. Que esta interacción sea exitosa o no dependerá de la calidad de nuestras habilidades de liderazgo y de lo que aportemos a cada interacción en la que estamos involucrados.
El liderazgo empresarial es un gran ejemplo de cómo podemos trabajar y entrenar estas habilidades relacionales aplicadas al mundo laboral. A lo largo de los años, los estilos y tipos de liderazgo han ido evolucionando en función de las necesidades que ha ido mostrando el entorno.
A continuación, te mostramos cómo ha sido esta evolución durante la última mitad de siglo y cuáles son las tendencias que han prevalecido dependiendo de la época y el contexto empresarial:
El liderazgo en los años 50
Durante estos años el foco de las investigaciones sobre liderazgo se puso en el estudio de los comportamientos y características clave de los líderes más influyentes del momento, en lugar de en cuáles eran las cualidades que estos compartían.
El liderazgo situacional
Se basa en el “tener que hacer algo concreto en una situación concreta”. Este modelo fue creado por Paul Hersey y Ken Blanchard en 1975 y se caracteriza por poner el foco en las necesidades y características concretas de cada empleado y el estilo de liderazgo más efectivo para conseguir su máximo rendimiento.
El liderazgo inclusivo
Este estilo se caracteriza por adquirir compromisos visibles con la diversidad, la inclusión y la equidad para inspirar al resto de colaboradores y favorecer el cambio. Es decir, implica que nuestro estilo sea lo más auténtico e inclusivo posible para abarcar todas las sensibilidades. Ha sido ampliamente estudiado por Goleman, Boyatzis y McKee.
El liderazgo transformacional
Llamamos liderazgo transformacional a la capacidad de llevar a la empresa hacia el cambio mediante una mejora permanente del desarrollo de sus empleados. Se trata de la habilidad de influir positivamente en los demás visualizando un futuro a largo plazo en la compañía. Para ello, es fundamental tener paciencia, ya que el núcleo humano de una organización no se transforma de la noche a la mañana.
El historiador y ganador del premio Pulitzer James MacGregor Burns fue el encargado de acuñar el término en su libro “Transforming Leadership”. MacGregor lo definió como un liderazgo basado en la identificación de las fortalezas, habilidades y virtudes de cada uno de los miembros del equipo en relación a la misión de la compañía.
El liderazgo transaccional
En contraposición con el liderazgo transformacional, el liderazgo transaccional es aquel que trata de obtener buenos resultados empresariales mediante el establecimiento de incentivos positivos y penalizaciones por la consecución o no consecución de los objetivos empresariales. Esta tipología de estilos de liderazgo, las “recompensas” pueden ser, por ejemplo, días libres o bonos o en ciertos servicios, entre otras muchas cosas.
Existen diferentes puntos de vista acerca de estos incentivos, que pueden ser económicos o morales, pero su finalidad es evitar el conformismo dentro de los equipos y mostrar de forma más directa que el trabajo bien hecho puede dar sus frutos. Aunque se trata de un modelo de management muy centralizado en el cual una o pocas personas toman las decisiones y la creatividad de los empleados se ve reducida, el liderazgo transaccional es especialmente eficaz en escenarios de crisis.
El liderazgo ágil
Se trata del liderazgo más requerido en el contexto empresarial actual, en el que se busca un modelo que combine una gran capacidad de adaptación y flexibilidad rápida sin perder el centro ni la esencia. Este es y, sobre todo, será el gran reto del management del futuro.
Reconectar, adaptarse e inspirar: las claves del management del futuro
Si algo tienen en común el liderazgo y cualquier ejercicio del ámbito del emprendimiento con la filosofía y las técnicas del aikido es que ambas disciplinas lidian con los conceptos de inestabilidad y volatilidad. Estos elementos suponen todo un desafío para la gestión empresarial, que ha pasado de lidiar con una estructura estable y controlada a un entorno complejo caracterizado por no disponer de toda la información necesaria para el desarrollo de la actividad diaria, así como por cambios constantes en los objetivos y prioridades corporativas.
Los principios del aikido aplicados al liderazgo
Pero, ¿cómo aplicamos los principios de la filosofía del aikido a nuestra forma de liderazgo? Para hacerlo, debemos entender que el aikido es un arte marcial nacido en Japón tras la Segunda Guerra Mundial, fundado por Morihei Ueshiba (1883-1969). Significa “camino de la armonía con la energía vital”. Según Barange, algunos de sus más importantes principios son los conocidos como “arte de la paz” y el “arte del control tanto de nuestra fuerza como del espíritu y del sentir”.
Teniendo esto en cuenta, el experto expone diferentes situaciones en las que podemos mejorar nuestra capacidad de liderazgo fijándonos en las enseñanzas del aikido:
Fijarse en uno mismo
Está bien querer cambiar nuestro entorno, o incluso pensar que podemos cambiar el mundo si nos lo proponemos, pero debemos saber que antes debemos trabajar desde dentro hacia fuera. Esto pasa por practicar de forma regular la introspección personal.
No juzgar a los demás
Un buen líder debe ser capaz de crear un ambiente de confianza plena en el que las personas puedan sentirse seguras y no tener miedo a equivocarse. Liderar de forma óptima quiere decir dirigir sin juzgar.
Uso del espacio
Un uso inteligente del espacio de trabajo puede ser decisivo a la hora de conseguir darle la vuelta a un ambiente laboral tenso y mitigar el conflicto con colaboradores o adversarios.
Todas las posturas son válidas
Para un líder ejemplar, las discrepancias por parte de miembros del equipo no deberían interpretarse como un problema, sino como una oportunidad para conocer puntos de vista nuevos a los que no hubiera llegado por su propia cuenta.
Aceptar y saber gestionar las opiniones disidentes para que no haya ganadores ni perdedores es el secreto de la resolución de conflictos satisfaciendo a ambas partes y obteniendo el máximo consenso posible. Aquí la inteligencia emocional del líder será crucial para una toma de decisiones enriquecida por esas opiniones diferentes.
Conquistar nuestros miedos
Como habrás podido deducir, la clave de la filosofía del aikido no se encuentra en la conquista del rival, sino en la conquista de uno mismo. De acuerdo con los principios de este arte marcial, acabando con las características negativas que se encuentran en nosotros, conseguiremos nuestros objetivos y viviremos de una forma más feliz.
De hecho, el aikido busca evitar la confrontación física a toda cosa, a la vez que proporciona herramientas para anticipar un posible ataque del oponente. Es por ese motivo que muchos expertos, entre los que se encuentra el maestro de aikido Luis Mochón, hablan de esta disciplina como de “un profundo compromiso con la paz”.
Esta creencia, llevada al campo de los negocios y el liderazgo, quiere decir que, antes de “hacer la guerra” contra otros competidores y creer que los problemas nos persiguen, debemos asegurarnos de que nuestra compañía es capaz de funcionar internamente de una forma orgánica y sana.
Un equipo transparente capaz de reconocer sus miedos y debilidades podrá enfrentarse a todos los retos que se presenten en el camino y de, en caso de fracasar en el intento, gestionar una derrota de la mejor forma posible. El cambio comienza dentro de uno mismo y, en este caso, dentro de la propia organización.
Conviértete en el líder que tu empresa merece
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